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Retraso en el diagnóstico y confusión con otras patologías: la realidad de las niñas y mujeres con trastornos del espectro autista

28.03.2025

Retraso en el diagnóstico y confusión con otras patologías: la realidad de las niñas y mujeres con trastornos del espectro autista
  • Las niñas y las mujeres con TEA cuentan con unas características propias que han de ser tenidas en cuenta durante su evaluación.

  • «Después del diagnóstico, la mayor parte de las mujeres adultas, sienten un gran alivio al descubrir el verdadero motivo por el cual se han sentido “diferentes” durante su niñez, y parte de su edad adulta».

La Organización de las Naciones Unidas estableció el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, que se conmemora cada 2 de abril, con el objetivo de mejorar la comprensión y promover la aceptación de las personas con trastornos del espectro autista (TEA). Durante estos años, el esfuerzo de investigadores, clínicos, pacientes, familiares y asociaciones ha permitido un gran avance tanto en la comprensión de este grupo de trastornos, como en la promoción del respeto y la inclusión de todas las personas con TEA. Sin embargo, hoy en día, sigue siendo un reto pendiente la mejora del diagnóstico de las niñas y mujeres con esta patología.

«En los últimos años, el incremento de las personas en la población general que han recibido un diagnóstico de trastorno del espectro autista ha sido exponencialmente significativo en el caso de las niñas y las mujeres. A pesar de ese aumento progresivo, los trastornos del espectro autista se siguen diagnosticando más frecuentemente en hombres que en mujeres, hasta tres veces más», pone de manifiesto Alazne Gojenola Ariño, neuropsicóloga y miembro del equipo de trastornos del neurodesarrollo de IMQ Amsa, entidad especializada en la atención psicológica y psiquiátrica de salud mental.

Debido a que los TEA, tradicionalmente, siempre han sido considerados unos trastornos con afectación mayoritaria en hombres, «existe una necesidad de aumentar su conocimiento» en lo relativo a «cómo se presenta este trastorno en el caso de las niñas y las mujeres adultas, y cómo impacta todo esto en su calidad de vida».

«Muchas mujeres con TEA encuentran dificultades importantes hasta que logran ser identificadas y obtener así un diagnóstico preciso. En la mayoría de las ocasiones, la confirmación diagnóstica se retrasa mucho más que en el caso de los hombres, mientras que además tienden a pasar por diagnósticos equivocados o alternos al TEA», apunta la experta.

Características del autismo en niñas y mujeres

Por un lado, existen diferencias neurobiológicas entre hombres y mujeres. En este sentido, la comunidad sanitaria cuenta con evidencias de que «las mujeres se encuentran genéticamente más protegidas respecto al TEA, de modo que necesitan un impacto genético mayor que los varones» para desarrollar el autismo.

También se dan diferencias en las manifestaciones nucleares del TEA. «Las competencias sociales y de comunicación, tal y como se ha demostrado en varios estudios, pueden ser mucho mejores en el caso de las niñas o las mujeres. Además, los comportamientos repetitivos y los intereses restringidos pueden ser menos intensos que en el sexo masculino. Además de lo anterior, las niñas o las mujeres, tienden a ser más propensas y eficaces que los niños o los varones adultos para enmascarar o camuflar sus dificultades», apunta la neuropsicóloga de IMQ Amsa.

Diagnóstico y tratamiento

En cuanto a las evaluaciones diagnósticas, la experta destaca que «no tienen en cuenta las posibles diferencias de género», a pesar de que la identificación de los trastornos en mujeres puede requerir de una investigación más centrada y detallada en estas dificultades. «La mayor parte de los instrumentos que se utilizan en la práctica clínica se han desarrollado y validado en población masculina, lo que puede provocar dificultades para identificar esta sintomatología en el colectivo femenino».

Este sesgo de género en la valoración diagnóstica, «predispone a los profesionales a identificar otro tipo de trastornos en el caso de ellas, como por ejemplo, los trastornos ansioso-depresivos, los trastornos adaptativos, los trastornos obsesivos compulsivos o los trastornos de la conducta alimentaria», destaca Alazne Gojenola.

Dentro de estas evaluaciones «es muy importante, no solo evaluar los trastornos del espectro autista desde su propia sintomatología, lo cual se realiza mediante pruebas estandarizadas y validadas, sino que también es necesaria la evaluación de diferentes aspectos como la ansiedad, el bienestar emocional o el comportamiento y funcionalidad». La neuropsicóloga de IMQ Amsa recalca que todo lo anterior «conlleva un alto nivel de especialización y experiencia por parte de los profesionales para poder así interpretar toda la información recopilada en el proceso de evaluación e identificar las diferencias que puedan estar asociadas al género en las manifestaciones clínicas».

La experta destaca que «después del diagnóstico, la mayor parte de las mujeres adultas, sienten un gran alivio al descubrir el verdadero motivo por el cual se han sentido “diferentes” durante su niñez, y parte de su edad adulta». A raíz de este diagnóstico, el tratamiento «debe ser totalmente individualizado, psicoterapéutico, educativo y en algunas ocasiones farmacológico, con el fin de poder aliviar la sintomatología  presente y mejorar la calidad de vida de cada una de las personas».

Sobre los TEA

Los trastornos del espectro autista tienen un origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso central y al funcionamiento cerebral, dando lugar a dificultades en dos áreas principales: la comunicación y la interacción social, y la flexibilidad del pensamiento y de la conducta. Dentro de los aspectos relacionados con la comunicación y la interacción social, destacan aspectos como las habilidades de comprensión o expresión de la comunicación verbal y no verbal; mientras que en lo que respecta a la flexibilidad del pensamiento y de la conducta, se han de tener en cuenta los cambios de rutinas, la necesidad de apoyo o los patrones de comportamiento rígidos y repetitivos.

Además, muchas de las personas con TEA, presentan alteraciones en el procesamiento de los estímulos sensoriales, mostrando en muchas ocasiones híper o hipo reactividad a estímulos que pueden manifestarse como: malestar ante sonidos, olores o luces, indiferencia aparente al dolor o a la temperatura, o búsqueda de estimulación mediante una actividad física repetida (balancearse, girar sobre sí o saltar).