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09.06.2017
Según se señala en el informe “El cáncer en el País Vasco”, editado por el departamento de Salud del Gobierno Vasco, las tasas de incidencia y mortalidad del melanoma cutáneo (uno de los dos principales tipos de cáncer de piel) han seguido un patrón ascendente en ambos sexos entre 1986 y 2006 (años que abarca el estudio), siendo el incremento de la incidencia mayor en los hombres (5,2%) que en las mujeres (3,8%). Las tasas de mortalidad han aumentado, significativamente, en los hombres un promedio de un 2,8% anual en todo el periodo (0,8 en 1986 a 1,5 en 2008), por el contrario, en las mujeres no se ha producido ningún cambio significativo.
Con motivo de la celebración, el 13 de junio, del Día Europeo del Cáncer de Piel, la doctora Ana Sánchez, dermatóloga de IMQ, recuerda que los dos principales tipos de cáncer de piel son los carcinomas y los melanomas. Los carcinomas “son frecuentísimos, aproximadamente el 90% de todos los cánceres cutáneos. Afortunadamente son poco agresivos y raras veces producen metástasis. Tienen una clara relación con la exposición solar crónica, es decir, con la exposición al sol en el día a día y por ello aparecen en zonas de la piel que están habitualmente expuestas, como la cara y el dorso de las manos”.
Por otro lado, los melanomas “son más agresivos, pero afortunadamente no son tan frecuentes, aunque su incidencia está aumentando en los últimos años. Tienen relación con las quemaduras solares en la infancia y juventud”.
Debido a que estos dos distintos patrones de exposición al sol favorecen la aparición de los distintos tumores, “es muy importante tener en cuenta que las personas ‘no tomamos el sol’ sino que el ‘sol nos toma a nosotros’. Esto quiere decir, que no debemos tener la idea de protegernos del sol el día que vamos a la playa a tumbarnos en la toalla, sino que siempre que estemos expuestos al sol, ya sea en la playa, en el monte, haciendo deporte al aire libre o dando un paseo por la ciudad, debemos tener la precaución de protegernos”, recalca la dermatóloga de IMQ.
La protección solar se puede conseguir evitando la exposición y “huyendo” hacia la sombra, o con gorras, viseras, ropas o cremas fotoprotectoras (filtros solares). Nuestra relación con el sol “debe de estar marcada por el sentido común; tenemos que intentar aprovechar sus beneficios, sin abusar, para evitar sus efectos dañinos”.
Tipos de radiación
El sol emite radiación de muy distintos espectros y con variados efectos biológicos sobre la piel. Los efectos de esta radiación solar son muy variados, algunos son muy beneficiosos para el ser humano y otros potencialmente dañinos. “Además, la radiación solar tiene un efecto euforizante que nos ayuda a mejorar el estado de ánimo”. Las franjas de radiación con más efectos cutáneos son la radiación ultravioleta A (UVA) y la radiación ultravioleta B (UVB).
“La radiación UVB es la responsable de las quemaduras solares, del daño del ADN celular que puede producir mutaciones potencialmente cancerígenas y de la síntesis de vitamina D”, explica la experta de IMQ.
Por otro lado, la radiación UVA “es la responsable del bronceado, del fotoenvejecimiento (arrugas y manchas solares). También es un potente antiinflamatorio que nos ayuda a combatir muchas enfermedades cutáneas”.
La intensidad de la radiación que llega a la tierra depende mucho de la hora del día, así, en las horas centrales (de 12:00 a 16:00 h) el sol incide más perpendicularmente a la superficie terrestre y por lo tanto, “llega menos filtrado por la atmósfera”, haciendo que su radiación sea más intensa; “es el momento del día en el que es más fácil quemarnos y tenemos que ser más estrictos en la fotoprotección”.
Filtros solares
Para Ana Sánchez, los filtros solares son “muy útiles” a la hora de proteger de la radiación UVB, es decir, de la quemadura solar; de hecho, el número de índice de protección que aparece en la caja indica cuánta radiación UVB filtra dicha crema. “Los fotoprotectores con un índice de protección del 2, filtran el 50% de la radiación UVB; los del 15 filtran el 90-95% de la radiación UVB; los del 30 filtran el 96%; y los de 50+ filtran el 98% de la radiación UVB; por lo tanto, entre una crema del 30 y otra del 50+, existe poca diferencia en cuanto a cuánto nos protegen de quemarnos”.
Según aclara la dermatóloga de IMQ, “ninguna crema de ningún índice de protección llega a filtrar el 100% de la radiación UVB, por lo tanto no existen las mal llamadas ‘pantallas totales’”.
Si, además, se desea que la crema proteja de la radiación UVA, “debemos fijarnos que lo ponga específicamente en el envase. En general, los filtros para radiación UVA no son tan eficaces como para UVB y la protección para UVA es un tercio de la que pone para UVB. Por lo tanto una crema del 30, nos protege 30 de UVB y 10 de UVA”.
En términos generales, la especialista de IMQ indica que “estaremos bien protegidos de la radiación que produce las quemaduras con una crema de índice 30; y si además queremos evitar la radiación que produce las manchas solares o las arrugas, necesitaremos una de 50+ o más”.
En cuanto al excipiente de la crema, “no aporta mayor grado de protección solar; es decir, a igual número de índice de protección solar, nos protege igual una crema pastosa, que una fluida, un gel, un spray o cualquier otra fórmula galénica. En cambio, elegir un excipiente adecuado puede hacer que nos fidelicemos más a usar adecuadamente el fotoprotector, porque su tacto, consistencia u olor nos parezcan más agradables”, señala Ana Sánchez.
Para garantizar la protección solar “tenemos que aplicarnos una buena cantidad de crema, que se aconseja que sea de aproximadamente de 2 mg por cada cm cuadrado de piel. Esto viene a ser más o menos la cantidad de líquido que cabe en un vaso de chupito para un adulto medio. Hay que ser generoso en la aplicación”.
El efecto de las cremas de protección, “sean del índice que sean, dura sólo dos horas”. Al cabo de ese tiempo, “los filtros pierden eficacia y dejan de cumplir su función”. Para garantizar una adecuada protección, “tenemos que reaplicarnos el producto frecuentemente (cada 2 horas) y después de bañarnos o sudar profusamente, ya sea un filtro del 15 o 50+”.
¿Cuándo caducan los filtros, una vez abiertos?
Los productos cosméticos, cremas de protección incluidas, “no duran para siempre en condiciones óptimas”. De hecho, los fabricantes suelen indicar un número seguido de la letra M al lado de un dibujo de una tapa abierta, en el envase de los productos. “El número indica los meses que dura el producto una vez abierto el envase, en condiciones de propiedades garantizables. Por ejemplo 12M quiere decir que garantizan que el producto conserva sus propiedades 12 meses tras la apertura del envase. Si ha pasado menos del tiempo indicado en el envase pero hemos mantenido el producto sometido a elevadas temperaturas, como puede ser posible en verano, y observamos que el producto tiene grumos o mal aspecto, debemos desecharlo ya que pudiera ser que hubiera perdido propiedades”, concluye la dermatóloga de IMQ.