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17.11.2021
La aparición y propagación de bacterias resistentes a los antibióticos supone en la actualidad uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial. Según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), anualmente, aproximadamente 33.000 personas fallecen en Europa (unas 3.000 de estas, en España) a causa de infecciones hospitalarias producidas por bacterias resistentes. Además, estas infecciones generan cada año a nivel europeo sobrecostes sanitarios de al menos 1.500 millones de euros. El uso excesivo o inadecuado de los antibióticos es una de las principales causas de aparición de resistencias.
Según recuerda Cristina Garay, farmacéutica de la Clínica IMQ Zorrotzaurre, con motivo de la celebración, el 18 de noviembre, de Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos, el tratamiento de infecciones causadas por bacterias resistentes supone cada vez un mayor reto. Los antibióticos disponibles van perdiendo su efectividad, con lo que el inicio de un tratamiento adecuado puede verse retrasado provocando en el caso de los pacientes hospitalizados la aparición de complicaciones, peor pronóstico, prolongación de la hospitalización, mayores costes, efectos adversos más graves y peores resultados clínicos, e incluso la muerte. La aparición de bacterias multirresistentes (resistentes a varios antibióticos al mismo tiempo) conlleva una importante amenaza a la salud pública, ya que pueden incluso llegar a ser resistentes a todos los antibacterianos actualmente disponibles. La aparición de nuevos mecanismos de resistencia se extiende a escala internacional.
Por otra parte, en los últimos años son pocos los nuevos antibióticos descubiertos y comercializados. Todo ello podría llevar a una situación en la que infecciones que hoy en día son tratables volverían a ser potencialmente mortales, haciendo además inviable la realización de procedimientos médicos tan comunes hoy en día como los trasplantes de órganos y otros procedimientos quirúrgicos, o la administración de quimioterapia para el tratamiento del cáncer.
Los antibióticos son medicamentos utilizados para prevenir y tratar infecciones producidas por bacterias. Algunos causan la muerte bacteriana (antibióticos bactericidas), y otros inhiben su crecimiento (bacteriostáticos).
La resistencia bacteriana es la capacidad de las bacterias para adaptarse a los efectos de los antibióticos destinados a eliminarlas o controlarlas. Algunas bacterias son resistentes de forma natural a ciertos antibióticos (resistencia intrínseca), pero el mayor problema lo constituye la resistencia adquirida, que se produce como consecuencia de cambios que desarrollan las bacterias al verse expuestas a los antibióticos. Se trata generalmente de modificaciones genéticas (mutaciones y transferencias de genes) que pueden aparecer de forma natural con el tiempo y condicionan una pérdida de efectividad de los tratamientos y un aumento del riesgo de propagación y contagio a otras personas.
El uso excesivo (administración cuando no están indicados, como ocurre con la automedicación) o inadecuado de antibióticos (administración de un antibiótico no indicado para una infección concreta, incumplimiento del horario de administración o la dosis prescrita, o abandono del tratamiento antes de cumplir la duración indicada al notarse una mejoría en los síntomas) aceleran el proceso de generación de resistencias. Este fenómeno ocurre tanto en personas como en animales.
Todo esto conlleva la necesidad de utilizar nuevas alternativas de tratamiento antibiótico, que además generalmente serán más caras. La mayor duración de la enfermedad y del tratamiento, a menudo en el medio hospitalario, incrementa los costes de la atención sanitaria y la carga económica para la sociedad.
En la siguiente tabla se incluyen las tasas de resistencia registradas en España en 2020 por el ECDC para ciertas bacterias a determinados antibióticos. Como se observa, más de la mitad de las cepas de Escherichia coli son resistentes a aminopenicilinas y ocurre lo mismo con Acinetobacter y los carbapenems.
Bacteria |
Antibiótico |
Tasa de resistencia (2020) |
Escherichia coli |
Aminopenicilinas |
57,6% |
Klebsiella pneumoniae |
Cefalosporinas 3ª generación |
26,8% |
Pseudomonas aeruginosa |
Fluoroquinolonas |
18,1% |
Acinetobacter spp. |
Carbapenems |
61,5% |
Staphylococcus aureus |
Meticilina |
23,3% |
Streptococcus pneumoniae |
Macrólidos |
22,2% |
Enterococcus faecalis |
Aminoglucósidos (alto nivel) |
33,9% |
Enterococcus faecium |
Vancomicina |
1,2% |
Tendencias en el consumo de antibióticos a nivel nacional e impacto sobre resistencias
Según datos del año 2019 aportados por el ECDC, España se sitúa en 5ª posición en el ranking europeo de consumo de antibióticos, y en 14ª posición cuando se registra solo el uso en hospitales. Entre enero y julio de 2020, el consumo de antibióticos en salud humana en España registró un descenso del 21% en Atención Primaria y del
5% en hospitales respecto al mismo período de 2019, según los datos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) del Ministerio de Sanidad.
Aunque durante la primera ola de la pandemia de COVID-19 se produjo un aumento importante (un 40%) del empleo de antibióticos a nivel hospitalario (por la posibilidad de infección bacteriana secundaria en ciertos pacientes), se recupera la tendencia decreciente que se mantenía desde el año 2014 ya que a su vez se registró un descenso (también del 40%) en ese mismo período en el consumo de antibióticos en Atención Primaria. Como conclusión, el aumento del uso de antibióticos en hospitales al inicio de la pandemia podría facilitar el desarrollo de resistencias, mientras que su disminución en Atención Primaria podría reducir el riesgo en este ámbito.
A nivel del País Vasco, se produjo una reducción del consumo de antibióticos tanto en el entorno hospitalario (entre 2020 y 2021) como comunitario (entre 2019 y 2020, según los últimos datos disponibles).
Determinación de la necesidad de tratamiento antibiótico según la situación clínica
La posología y duración de tratamiento recomendadas en las fichas técnicas y prospectos de los medicamentos para la erradicación de las infecciones bacterianas se establecen en base a resultados de ensayos clínicos. El médico prescriptor escogerá el antibiótico más adecuado de acuerdo al tipo de infección, el patrón de resistencias de la zona y el espectro de acción del antibiótico. Si el tratamiento no se cumple de forma estricta y no se eliminan todas las bacterias, aquellas que sobrevivan serán las menos sensibles al tratamiento, lo que llevará a la selección de cepas resistentes con el tiempo.
En ocasiones se tiende a utilizar, sin consultar con el médico, un antibiótico recetado previamente para otra enfermedad cuando se presentan síntomas similares; sin embargo, solo un médico puede determinar si la enfermedad actual requiere tratamiento antibiótico. La administración de antibióticos para combatir los resfriados y la gripe no produciría ningún beneficio clínico y contribuiría al desarrollo de resistencias.
Por otro lado, tomar antibióticos para combatir infecciones bacterianas leves, como rinosinusitis, dolor de garganta o bronquitis es, a menudo, innecesario ya que nuestro sistema inmunitario es capaz de vencer la mayoría de ellas. Además, al igual que el resto de medicamentos, los antibióticos producen reacciones adversas de gravedad variable (algunas comunes a varios grupos de antibióticos son trastornos gastrointestinales, erupciones cutáneas, sobreinfecciones por hongos o reacciones de hipersensibilidad).
En la siguiente tabla se indican las duraciones medias de los síntomas de algunas de las infecciones invernales más frecuentes en adultos, con el fin de adecuar las expectativas de los pacientes al desarrollo real de la enfermedad. Si los síntomas persisten, es importante consultarlo con el médico.
Infección respiratoria |
Duración media |
Bronquitis aguda |
3 semanas |
Rinosinusitis bacteriana aguda |
2 semanas y media |
Rinosinusitis vírica aguda |
1 semana y media |
Faringitis aguda |
1 semana |
Otitis media aguda |
4 días |
Gripe |
Hasta 2 semanas |
Según un estudio sobre la demanda global de antibióticos en España realizado por la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) en el marco del PRAN, el 20% de los pacientes que acudieron a la farmacia en el período analizado solicitando un antibiótico lo hicieron sin receta. En este contexto, la educación sanitaria de los pacientes resulta clave para preservar la efectividad de estos medicamentos.
¿Qué podemos hacer para contribuir al uso prudente de los antibióticos?
Desde hace varios años se han venido poniendo en marcha estrategias (a nivel nacional, europeo y mundial) para la concienciación sobre el tema, la monitorización de las resistencias y la implementación de diversas medidas para reducir su aparición. La Asamblea Mundial de la Salud aprobó en 2015 un plan de acción mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos.
A nivel individual, se deben tener en cuenta los siguientes puntos de cara a un uso responsable:
Otras recomendaciones para reducir el impacto de las resistencias a los antibióticos: estrategias de prevención y control de infecciones
Debemos tener en cuenta que es responsabilidad de todos contribuir a mantener la efectividad de los antibióticos, haciendo un uso responsable de ellos.