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La mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio aumenta en Euskadi un 7,42% en un año

13.03.2017

La mortalidad por enfermedades del sistema circulatorio aumenta en Euskadi un 7,42% en un año
  • El último registro del Instituto Nacional de Estadística muestra un repunte de esta patología, pasando de una tasa bruta de mortalidad por cada 100.000 habitantes de 249,2 en 2014 a 267,7 en 2015.
  •  Las enfermedades del aparato circulatorio suponen la segunda causa de muerte en nuestra comunidad, con un 26,9% de los casos, sólo por detrás de los tumores.
  •  Por otro lado, desde 2004 hasta 2014 la cifra de muertes por infarto de miocardio en Euskadi se ha reducido un 32%.

En 2004, las enfermedades del sistema circulatorio representaban el 33,30% del total de defunciones en el conjunto de las Comunidades Autónomas, mientras que una década después, esta cifra se ha reducido al 29,66%. Las dos siguientes causas de defunción más prevalentes como son el cáncer y las enfermedades respiratorias, aunque han sufrido alguna leve variación a lo largo de los años, prácticamente han manteniendo su incidencia. En Euskadi, las enfermedades circulatorias son la segunda causa de muerte, con un 26,9% de los casos, sólo por detrás de los tumores.

La labor para la prevención del riesgo cardiovascular que se está desarrollando en Euskadi desde hace más de diez años está arrojando buenos resultados. Tanto es así que si en 2004 fueron 784 las personas fallecidas por infarto de miocardio, diez años después esta cifra ha bajado hasta 531, lo que supone un descenso del 32,3%. Esta paulatina disminución se debe, probablemente, al elevado nivel, calidad y esfuerzo de los profesionales en la atención cardiológica de nuestro país, así como una mayor efectividad y eficiencia en nuestro sistema de salud, y a la implantación de protocolos de intervención como el Código Infarto y el Código Ictus en nuestro sistema sanitario.

Repunte en Euskadi

No obstante, los expertos alertan de que no se ha de bajar la guardia. Así, coincidiendo con la celebración, el 14 de marzo, del Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular, el doctor Mateo Calvo San Juan, cardiólogo de IMQ que ha trabajado más de dos décadas en prevención del riesgo cardiovascular, señala que “los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y por el Instituto Vasco de Estadística muestran que, entre 2014 y 2015 (últimos registros disponibles), las muertes en Euskadi por causa de las enfermedades del sistema circulatorio han aumentado. En términos absolutos, se ha pasado de 5.388 defunciones a 5.788 en tan sólo un año, lo que arroja un incremento del 7,42% en términos absolutos (Eustat) y en tasas brutas de mortalidad por 100.000 habitantes”.

Por tipología de enfermedad cardiovascular, “las cerebrovasculares siguen situándose como las más mortales, causando el 23% del total de defunciones cardiovasculares, aunque se mantiene la tendencia a la baja esta patología (un 5% desde el año 2004). La insuficiencia cardiaca se mantiene como la tercera causa de muerte (con el 15% del total de fallecimientos cardiovasculares), seguida de otras enfermedades isquémicas del corazón (14%) y del infarto agudo de miocardio (14%)”, ha detallado el experto.

La mujer, la más afectada

El doctor Mateo Calvo San Juan ha explicado que “no es cierto que las enfermedades cardiovasculares sean cosa de hombres. La mortalidad por esta causa es un 6% más elevada en las mujeres. Así, mientras que en los hombres las enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio provocaron el 26,58% de las muertes (53.581 en total), en las mujeres este porcentaje ascendió al 32,84% (63.812 defunciones)”. Sin embargo, analizando la evolución histórica, “se ve que es la mujer la que más ha conseguido reducir las defunciones por causa cardiovascular: en el año 2004 la mortalidad cardiovascular femenina era del 38,14% frente al 28,91% de la masculina”.

Por tipos de enfermedad, en los dos sexos, “las cerebrovasculares siguen siendo la causa más frecuente, mientras que el infarto es más común entre los hombres y se sitúa como segunda causa, a diferencia en la mujer, que constituye la sexta. La insuficiencia cardiaca provoca más defunciones entre las mujeres ya que es la tercera causa, pasando a ser la quinta entre los hombres”.

El experto de IMQ destaca que “las enfermedades del aparato circulatorio suponen en Euskadi la segunda causa de muerte, con un 26,9% de los casos, sólo por detrás de los tumores. En comparación con el conjunto del Estado, se ha pasado de estar por debajo de la tasa bruta de mortalidad estatal en este grupo de enfermedades a estar una décima por encima de dicha tasa (267,6 para el conjunto de las CC. AA. y 267,7 para Euskadi)”.

No obstante es una realidad que “la incidencia a presentar enfermedades cardiovasculares aterosclerosas, infarto de miocardio y cerebrovaculares no está reduciéndose  en la misma proporción, sino aumentando y es debido a un fracaso en los programas de prevención y reducción de los factores de riesgo que la determinan, como control de los niveles de colesterol, diabetes y tensión arterial”. Según recuerda el cardiólogo de IMQ, “sólo en tabaquismo se ha conseguido reducir la prevalencia del mismo en la población de varones, y es debido a campañas impositivas. Es necesario promover campañas colectivas de educación sanitaria y promoción de la salud cardiovascular”, incide.

Factores de riesgo

Las enfermedades cardiovasculares son un grupo de desórdenes del corazón y de los vasos sanguíneos, que incluyen patologías como “cardiopatías isquémicas aterosclerosas y degenerativas, enfermedades cerebrovasculares, arteriopatías aterosclerosas, trombosis y embolias”. Estas patologías se encuentran determinadas por la presencia de unos determinantes o factores de riesgo. Según ha señalado el doctor Calvo, “los factores y marcadores del riesgo cardiovascular que se asocian a una mayor probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular se clasifican, por un lado en no modificables (raza, sexo, edad, herencia) y modificables, siendo los más importantes el colesterol alto, hipertensión arterial, diabetes y tabaquismo; y, asociados, el sedentarismo, obesidad, alcohol, mala alimentación, estrés, drogas, factores de riesgo psicosocial, paro laboral, etcétera)”.

Medir y reducir el riesgo cardiovascular

“Una persona puede medir su riesgo cardiovascular mediante el uso de cálculos validados mediante tablas como el SCORE (Systemic Coronary Risk Estimation), que consiste en determinar la probabilidad de sufrir un evento cardiovascular fatal en los próximos 10 años, analizando la edad, sexo, niveles de colesterol total, tensión arterial sistólica y tabaquismo”, detalla el experto de IMQ.

El riesgo cardiovascular se puede reducir “mediante estrategias y programas de educación sanitaria y promoción de la salud colectiva o comunitaria, como cambios en los estilos de vida, reducción del sedentarismo y sobrepeso mediante iniciativas en estímulo para realizar una actividad física regular, abandono del hábito tabáquico, mantenimiento de una dieta saludable, controlando los niveles de colesterol, tensión arterial, diabetes y control de factores psicosociales (estrés y ansiedad), etcétera. Un abordaje multifactorial que exige un compromiso de instituciones y ciudadanos”.

Compromiso de instituciones y ciudadanos

Para el doctor Calvo, “es preciso un compromiso de las instituciones públicas, sociedades científicas, industria farmacéutica y empresas nutricionistas para profundizar en la prevención de la enfermedad cardiovascular y en la promoción de políticas de salud cardiovascular comunitarias y multidisciplinares en centros escolares, asociaciones de vecinos y asociaciones de enfermos crónicos, entre otros, implicando al propio ciudadano”, apunta el cardiólogo de IMQ.

“Necesitamos que el ciudadano sea consciente de que debe responsabilizarse más de su salud. Nosotros, como profesionales sanitarios, podemos darle consejos y herramientas para cuidarse, pero es él quien debe comprometerse con su propia salud”, destaca el Dr. Calvo. Según añade, es una “obligación” de las instituciones públicas y del sistema sanitario promover e informar al ciudadano de que es el protagonista fundamental de su enfermedad y ésta aparece cuando, en general, “se sufre una pérdida del equilibrio entre el individuo y su entorno saludable”.

“Debemos informar desde la escuela sobre este problema y promover la adopción de hábitos saludables para evitar el desarrollo de la enfermedad aterosclerosa y, de esta forma, sensibilizaremos desde la infancia lo que redundará en una disminución de la incidencia y prevalencia de enfermedades cardiovasculares en el futuro”, concluye el Dr. Calvo de IMQ.

 

OCHO NORMAS PARA REDUCIR EL RIESGO CARDIOVASCULAR

  1. Control de los factores de riesgo cardiovasculares mayores: colesterol (<200mg/dl), glucosa (< 110 mg/dl), tensión arterial (<(140/90 mmHG).
  2. Tabaco. Eliminar completamente. El Tabaco tarde o temprano pasa factura. Deporte en adolescentes para prevención del hábito y fomento de hábitos saludables.
  3. Alimentación cardiosaludable: dieta mediterránea. Frutas, verduras, hortalizas (5 piezas diarias). Pescados y aceite oliva. Carnes magras, cereales y lácteos desnatados. Reducir los azúcares. Sal, y alcohol en poca cantidad. Evitar grasas saturadas, alimentos muy procesados, bollería industrial, no añadir sal a los congelados, etc.
  4. Actividad física. Practicar con frecuencia, mínimo 150 minutos por semana, en tandas de 45 minutos. Andar deprisa, bailar, correr, nadar, etcétera, ayuda a controlar el peso, diabetes, colesterol y tensión arterial, a dejar el tabaco y mejora el estado emocional.
  5. Peso. Control del peso según la edad. El ideal es un índice de masa corporal (IMC): 20-25 Kg/m2. Obesidad: >30 mg/m2.
  6. Calcular el propio riesgo cardiovascular. Acude a tu médico de familia para realizar un examen de salud y repasar posibles antecedentes. Pide consejo sobre dieta, ejercicio y qué factores pueden perjudicar tu salud.
  7. Promoción del ocio familiar en naturaleza. Busca el contacto con la naturaleza, mediante salidas al monte, campo, juegos al aire libre. Reducción del uso aparatos electrónicos en la infancia. “La salud está en el zapato no en el plato”.
  8. Control del estrés y la ansiedad. El estrés en casa y en el trabajo hace más difícil seguir un estilo de vida cardiosaludable. “Sonríe a la vida”.